Ecografía de tiroides
La glándula tiroides es un órgano que, por su localización superficial en el cuello, es abordable a la ecografía. De esta forma, en complemento al examen clínico, la ecografía de tiroides es una importante herramienta para evaluar la morfología de esta glándula, sobre todo cuando al examen clínico encontramos nodulaciones o crecimiento exagerado.

¿Cuándo se recomienda hacer una ecografía de tiroides?
Generalmente el paciente acude al médico porque nota un cambio en la forma, la consistencia o porque palpa una tumoración o adenopatías (aumento del volumen de los ganglios) en la zona anterior del cuello y, según el caso, puede acompañarse de disfonía (ronquera), dolor o enrojecimiento. El diagnóstico comienza con la elaboración de una historia clínica completa para conocer los antecedentes personales y/o familiares de enfermedad tiroidea, un examen físico minucioso (para determinar forma, tamaño, consistencia, adherencia a tejidos vecinos, presencia de adenopatías, entre otros). Cuando el médico endocrinólogo, al examinar el cuello, detecta alguna variante o irregularidad entonces debe realizar una ecografía de tiroides, prueba gold standard para evaluar dicha glándula, a fin de precisar sus características, la presencia de nódulos (tamaño, localización, características, composición sólida y/o quística) y la existencia de adenopatías.

¿Cuándo no puedo realizarme una ecografía de tiroides?
Quizá la única contraindicación para realizarse una ecografía de tiroides sea la presencia de heridas abiertas en la zona del cuello que se pretende explorar. En general, se trata de un procedimiento inocuo e indoloro, que no usa radiación, que no es invasivo y que puede realizarse incluso en niños y gestantes.
Si bien no existen contraindicaciones absolutas, pueden presentarse algunas limitaciones técnicas que podrían dificultar la exploración:
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Los signos inflamatorios (enrojecimiento, calor, hinchazón) en el cuello, lo que puede ocurrir en diferentes tipos de tiroiditis, puede generar dolor al paciente durante la prueba y dificultar la exploración.
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En la obesidad severa (frecuente en el hipotiroidismo) pueden existir problemas para visualizar la glándula tiroides debido al abundante tejido adiposo del cuello.
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Las personas con cuello corto suelen tener una anatomía complicada para insonar adecuadamente la tiroides durante la ecografía.
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En algunos pacientes puede existir dificultad para posicionarse correctamente para la prueba. Esto es probable en el contexto de enfermedad de Parkinson, secuelas neurológicas, entre otros.
¿Qué se consigue con los resultados de la ecografía de tiroides?
La ecografía de tiroides describe hallazgos que orientan al médico a tomar decisiones respecto el tratamiento. Una ecografía bien realizada debe describir a toda la glándula así como la presencia de quistes o nódulos, ecogenicidad, tamaño, regularidad de los bordes, presencia o ausencia de calcificaciones, grado de vascularización, entre otros. Con dichos hallazgos, el médico determinará la necesidad de realizar una biopsia de la tiroides.
De esta forma, la ecografía de tiroides es una pieza clave en la evaluación de los pacientes con sospecha de nódulos o cáncer de tiroides. Si, durante la ecografía de tiroides, se encuentran signos que sugieran malignidad (cáncer) en la tiroides, entonces se debe considerar la necesidad de realizar, en otro momento, una biopsia de tiroides. Los signos de malignidad más importantes en la ecografía de tiroides son los siguientes: marcada hipoecogenicidad, presencia de microcalcificaciones, bordes irregulares o infiltrativos, crecimiento más alto que ancho (relación eje anteroposterior mayor que transversal), aumento de la vascularización interna en la ecografía Doppler y presencia de ganglios linfáticos sospechosos. La biopsia de tiroides se realiza también con guía ecográfica y es un procedimiento de aspirado con aguja fina (BAAF).
Puede leer acerca de la biopsia de tiroides en el siguiente enlace: