Vitamina C y cáncer
La vitamina C es la vitamina más importante, por su eficaz acción antioxidante, por su efecto sobre el sistema inmune y por su reparación tisular en general. Toda enfermedad que produzca un importante estrés oxidativo (grandes traumatismos, deporte de alta competencia, estrés, enfermedades degenerativas) o que afecten al sistema inmunitario (enfermedades reumatológicas, infecciones, estados críticos) o en los que se necesite incrementar los procesos de regeneración tisular (infartos, cáncer, demencias) pueden beneficiarse de la vitamina C.
En el cáncer se produce un incremento desmedido de radicales libres en el organismo (estrés oxidativo) que, a su vez, incrementa los requerimientos de vitamina C. La vitamina C en el paciente oncológico fortalece el sistema inmunológico, así mismo disminuye los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia.
La vitamina C no solamente es antinflamatoria y antioxidante, administrada a dosis alta, tiene también un efecto analgésico y por lo tanto es muy importante para el manejo integral del dolor. A menudo se prefiere un enfoque integral para minimizar el uso de analgésicos y así evitar los efectos adversos de éstos. La vitamina C además protege los vasos sanguíneos y los nervios contra el estrés oxidativo y combate su inflamación. Por ello se le considera parte importante en la terapia multimodal contra el cáncer.
Los niveles elevados de vitamina C adquiridos por vía endovenosa tienen una ventaja adicional respecto la vía oral: adquieren un pico de dosis mucho más pronunciado en comparación con la absorción más aplanada de la vía oral. Así, se genera una carga muy significativa de antioxidantes y micronutrientes para procesos de reparación en el paciente oncológico, que no se logran conseguir por otras vías de administración.
Por todo lo anteriormente mencionado la vitamina C endovenosa forma parte del arsenal terapéutico para los pacientes oncológicos siempre guiado por un médico.
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